El pasado jueves apareció Marina (mi hija) con una caran sonriente de esas de miedo me da por casa, acababa de llegar de revelar un carrete de fotografias de su querida camara anaógica y en donde habia una miscelánea de instantáneas de viajes y caseras, dentro de estas me ha pasado un par captadas este verano en Ribes con mi persona en su faceta de Perro del Pirineo, en blanco y negro, crudas pero para mi preciosas, estoy entre sorprendido y contento de esta afición que le ha dado por esta parte misteriosa de lo analogico, ella que pertenece a esta generación digital y de la inmediatez, vivir el misterio y la paciencia de acabar un carrete y llevarlo a revelar, es una experiencia tal peculiar como excitante.
2 comentarios:
Todavia hay esperanza, buenas fotos.
El negro siempre adelgaza ....y es el color de Johnny Cash
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